La Edad Media es una etapa maravillosa

La  mala prensa que tiene la Edad Media a mi juicio es infundada, ya que esta etapa se asimila erróneamente con la crueldad, la ignorancia y la oscuridad. No se puede considerar como atraso un periodo que creo instituciones como la universidad o las catedrales, que se las debemos principalmente a la labor de la iglesia como preservadora y fuente de la cultura y como patrocinadora del arte.

Si algo caracteriza a la Edad Media es la búsqueda de un equilibrio entre fe y razón, permitiendo de esta forma el desarrollo de la ciencia. Este periodo conoció hasta tres formas de renacimiento interrelacionados, en donde se recupera parte del legado clásico, se desarrolla la vida urbana y se crean las principales instituciones urbanas. Destacar frente al feminazismo militante, que la promoción de las mujeres en el cristianismo es enorme, actuando como contrapeso en este periodo la cultura heredada del mundo antiguo. Sin duda la situación de la mujer empeoro con las revoluciones liberales del XVIII, pasando a ser un simple objeto del hombre.

Tampoco quiero defender una leyenda rosa de este periodo, en esta etapa se desarrollaron las cruzadas que promocionan el surgimiento de una barrera en el entendimiento de las civilizaciones y una separación agravada entre la cristiandad latina y bizantina. Sin embargo hay que destacar el enorme esfuerzo del cristianismo para reglamentar y limitar las guerras, apoyándose en al doctrina Agustiniana frente a los intereses personales de los monarcas.

Las tres principales fuerzas de innovación y progreso en este periodo son las ciudades con sus órdenes mendicantes que desarrollan la vida urbana, la monarquía que se intenta identificar cada vez más con el pueblo y el dominio del imaginario, donde se relaciona el mundo místico con el mundo real. Hay una Edad Media intolerante, violenta y pobre, pero existe también y sobre todo una Edad Media maravillosa.

A tenor de lo expuesto, nuestra civilización europea hunde sus raíces en la Edad Media, un periodo de progreso económico y social donde se logro el equilibrio entre la razón y la fe, permitiendo el mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte. En el aspecto social destacar que estamos ante una etapa donde el sentimiento colectivo, la imaginación y lo simbólico dominaba las mentalidades de los individuos.